El agua viene de noche y arrasa con todo: las casas, las calles, la vida de quienes habitan el barrio. Queda, en cambio, la basura; montañas que desprenden un olor que todo lo impregna. En esta novela de aprendizaje, la inundación habla también de los otros peligros, los invisibles:
“Otra vez la misma urgencia: es ahora, va a venir. Se quedó tieso, mirando a su hermana que seguía pendiente del teléfono, dando vueltas. Ahora. Está por llegar, se va a levantar. Acordate lo que te dijeron: andá, escapate lejos, no mirés atrás ni escuchés a nadie, entrá a la plaza y seguí. Una luz lo interrumpió. Luego, el relámpago que se rompía a la distancia.”
Atilio, protagonista de esta historia, traza su voz junto a la de otros personajes que irán abriéndose paso, al igual que él, entre los escombros, la tierra y los restos de un mundo conocido que, poco a poco, se desarma.